El entrenamiento en Alta Intensidad en Intervalos, comúnmente conocido como HIIT (por sus siglas en inglés), se ha convertido en una forma popular de ejercitarse en los últimos años. Aunque este tipo de entrenamiento puede ofrecer beneficios significativos, como la mejora en la salud cardiovascular y la pérdida de grasa, también es esencial considerar los posibles riesgos y limitaciones.

El HIIT consiste en alternar entre breves periodos de ejercicio intenso y periodos más largos de recuperación o ejercicio de baja intensidad. De acuerdo con Gibala et al. (2012), estos entrenamientos pueden mejorar la capacidad aeróbica y anaeróbica, y también pueden ayudar a controlar los niveles de glucosa en sangre [^1^].

Sin embargo, el HIIT no está exento de críticas. A pesar de los posibles beneficios cardiovasculares, los altos niveles de intensidad pueden aumentar el riesgo de lesiones, especialmente en individuos no acostumbrados a este tipo de ejercicio. Según Batacan et al. (2017), los entrenamientos de alta intensidad pueden llevar a lesiones por sobreuso, como esguinces y tensiones musculares, si no se realizan correctamente o sin un calentamiento adecuado [^2^].

Además, se ha cuestionado si los beneficios del HIIT son significativamente superiores a los de otros métodos de entrenamiento menos intensos. Keating et al. (2017) encontraron que, aunque el HIIT puede producir mejoras ligeramente superiores en la salud cardiovascular y la composición corporal, estas diferencias no son estadísticamente significativas en comparación con los entrenamientos de moderada intensidad ^3^.

Finalmente, el HIIT puede no ser adecuado para todos, especialmente para aquellos con afecciones médicas existentes o aquellos que son nuevos en el ejercicio. Según Riebe et al. (2015), los individuos deben obtener la aprobación de un profesional de la salud antes de comenzar un régimen de HIIT, especialmente si tienen enfermedades cardiovasculares, diabetes u otras afecciones médicas [^4^].

En conclusión, el HIIT puede ser una herramienta efectiva para mejorar la salud cardiovascular y la composición corporal, pero debe utilizarse con precaución. Los entrenamientos de alta intensidad deben realizarse correctamente para minimizar el riesgo de lesiones y no deben reemplazar los métodos de entrenamiento de menor intensidad sin el asesoramiento de un profesional de la salud.

Referencias:

[^1^]: Gibala, M. J., Little, J. P., Macdonald, M. J., & Hawley, J. A. (2012). Physiological adaptations to low-volume, high-intensity interval training in health and disease. The Journal of Physiology, 590(5), 1077–1084.

[^2^]: Batacan, R. B., Duncan, M. J., Dalbo, V. J., Tucker, P. S., & Fenning, A. S. (2017). Effects of high-intensity interval training on cardiometabolic health: a systematic review and meta-analysis of intervention studies. British Journal of Sports Medicine, 51(6), 494-503.